La esperanza del Nuevo Comienzo

La Biblia está llena de nuevos comienzos. Historias que han concluido y que permiten otras que se abren paso con posibilidades esperanzadoras bajo su brazo. No es para menos, la vida misma de los seres humanos está llena de finales e inicios, ciclos; alegrías que son interrumpidas por tristezas, las cuales, así mismo son disipadas por los nuevos amaneceres.

Alguien decía que mientras haya vida, hay esperanza; a lo que puedo añadir, que mientras hay vida, siempre existirá la bendición de una nueva oportunidad para iniciar otra vez. Si la existencia ha estado llena de tristeza, entonces siempre se puede comenzar a ser feliz, a vivir plenamente. A que el discurso de la vida en abundancia de Jesús, sea real.

Por ejemplo, en el relato bíblico del diluvio (Génesis 7, 8 y 9), donde la gran mayoría ha leído destrucción, pecado, muerte; Dios habla de pacto. Él brinda la esperanza de un nuevo comienzo. Tras la devastación de la miseria humana, se presenta con un arco en el cielo, en donde una destrucción como esta no sería más una opción.

Es entonces cuando la bendición cierra la catástrofe, emergiendo así el sol como símbolo de la restauración, sobre el agua, causante de la tragedia, y juntos, dan vida al símbolo esperanzador. Una gran lección de lo que podemos hacer con el mal que nos ha afectado.

Así mismo en la historia de la Torre de Babel (Génesis 11). Cuando el hombre quiere erguirse como un opresor sobre sus pares, cuando la codicia quiere enseñorearse de las mentes de los sedientos de poder, para llegar a ser como Dios y poder subyugar al prójimo; entonces el mismo Salvador interviene trayendo confusión en el lenguaje, brindando esperanza a los desprotegidos aún en medio del caos. Un nuevo comienzo para revisar y corregir el camino en adelante.

En medio de la difícil prueba, cuando el patriarca está inmerso en la decisión de entregar su hijo, su único y amado; Dios interviene y provee para el sacrificio (Génesis 22).  Es un nuevo comienzo, pues en la cultura por aquellos días era común y normal entregar incluso a los niños en ofrenda para los dioses, con el fin de apaciguar su ira; Sin embargo, no funciona así para el Dios de Abraham, quien lejos de aceptar los sacrificios humanos como gratos, hace pacto y ahora es Él quien provee para el holocausto. ¡Es un Dios diferente, uno proveedor!

Así podemos encontrar un número amplio de ejemplos en los que un nuevo comienzo marca la esperanza, el inicio de una mejor vida, en donde Dios interviene para que el hombre se levante de sus cenizas y crezca. Y no lo hace quitando o previniendo el mal, inherente al ser humano; Sino usando ese mismo como oportunidad, trampolín y plataforma de crecimiento. Lo hizo con la liberación de un pueblo de la esclavitud en tierras extranjeras, a través del discurso de los profetas que se levantaban para denunciar los malos comportamientos de los pueblos y sus dirigentes, a través de la protesta social, de la esperanza en la esclavitud, en el destierro, en el hambre y en la desesperanza.

Pero el mayor ejemplo de nuevo comienzo, fue el que brindó Jesús en su paso por nuestra propia tierra. El hijo del hombre que denunció la corrupción de su sociedad, fue quien exhibió a los malvados y triunfó sobre ellos en la cruz. Él mismo se atrevió a cuestionar la justicia y la honorabilidad de aquellos que creyendo ser piadosos, tenían una doble agenda en detrimento de sus hermanos.

Un Maestro de Galilea demostró que el amor era la solución a la violencia, a la injusticia y al pecado. Que las prácticas humanas eran inservibles y que la agresividad, el odio, la falta de perdón y la venganza, son el camino ancho. El angosto, es el perdón, la reconciliación, el vínculo perfecto. Sus palabras y vida transformaron completamente la sociedad y nos brindaron la oportunidad de un nuevo comienzo.

Hoy Jesús quiere cuestionarnos también, desea darnos la oportunidad de un nuevo comienzo. Todo desde su vida, desde las enseñanzas que nos brindó; mas allá del misticismo en el que se suele encasillar su ministerio; Él mismo está dándonos principios de vida, pero, sobre todo, mostrándonos al Padre. Aquel Dios que creíamos conocer, pero a quien sólo podemos llegar a través de su Hijo.

Y su vida en abundancia no es una utopía, ni tiene porqué iniciar en un futuro incierto; sino que puede comenzar ahora mismo, desde la cotidianidad de nuestras vidas, desde nuestras frustraciones, e incluso zonas oscuras. Jesús quiere iluminar con su vida, la nuestra. Llevarnos a que no vivamos en medio de la religión, aparentando ser quien no somos, sino que podamos atrevernos a vivir.

Con aprecio,

Pr. David Gaitan

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