Jesús pide perdón al Padre por quienes no saben lo que hacen, no por quienes sí lo saben

Padre, Perdónalos porque no saben lo que hacen

Esto nos habla, entre otras cosas, de nuestra relación con los demás. Los pecadores, los hermanos (similares), los líderes religiosos y los gobernantes.

Para los primeros, amor y misericordia (ni yo te condeno). Para los segundos, amor y reconciliación (mira primero la viga en tu ojo). Para los terceros, examen calificativo o descalificativo (consideren cual sea el resultado de su conducta). Para los cuartos, examen calificativo o descalificativo (zorra).

Todas aquellas cosas que hacen daño desde el poder fueron juzgadas por el Maestro de Galilea a través de su discurso y su vida. No le importó si este poder se mal ejercía desde la religión o el gobierno (política). Esa es justamente la razón por la cual Jesús cuelga del madero al pronunciar estas palabras.

Los soldados echan suertes sobre sus ropas, la gente gritó por su crucifixión, pero ellos estaban enajenados, no sabían lo que hacían. Para ellos, aún en medio de esta situación, el Hijo del Hombre pidió perdón al Padre.

Para quienes fomentaron la injusticia que vivía, para quienes enajenaron al pueblo y buscaban su destrucción, enriqueciéndose a sus costillas y buscando buena posición de poder aún sobre el sufrimiento de los desfavorecidos, la misma expresión de la cruz era su juicio. No hay ruego de perdón para ellos.

Por las generaciones la denuncia del carpintero Galileo entregando su vida en la cruz hará eco, hasta que juntos escuchemos sus palabras y las pongamos por obra, entonces el pago por tanta maldad es el arrebatamiento del poder. Ya no para destruir y oprimir, sino para dar vida y vida en abundancia.

Con aprecio,

Pr. David Gaitán

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