¿Noche de Paz?
Uno de los temas que más ha ocupado las agendas de diálogo político y filosófico, es el de la paz. Durante muchos años, el ser humano ha intentado definirla, pero sobre todo, traerla a la práctica. Estos son en primera instancia muy buenos intentos que de alguna manera han logrado que los hombres y mujeres procuremos caminar en vía contraria a la violencia.
Al respecto, el pastor Colombiano Camilo Bedoya reflexiona sobre el entendimiento que comunitariamente se ha abrazado con respecto a la paz, habiéndose asumido esta como un cierto estado de calma y apaciguamiento. Entonces, la definición convencional mayormente aceptada, es la de la ausencia de guerra.
Un acuerdo que resulta no menos que inquietante, pues una definición en negativo no es precisamente aquella que proponga, sino que condiciona. Así, las ausencias como base de premisa, restan más de lo que suman, pues se subordinan a una autoridad mayor, la cual presupone cierto grado de poder y estatus.
Para el activista y pastor asesinado Martin Luther King, la paz real no es ausencia de conflicto, sino presencia de justicia. Una corta frase que nos lleva a sumergirnos en un gran problema basado en el interrogante, ¿Cuál sería nuestra lectura de lo que es justicia? Al respecto se han levantado tantas voces como ideologías, pero la reflexión debería invitarnos a construir un acercamiento desde el evangelio de Jesús, lo que a la postre, agranda el problema.
Para no detenernos en este asunto, nada menor, pero que tomaría muchas lineas tratar de desenmarañar, quiero quedarme con una lectura que el mismo pastor Bedoya hace de la palabra hebrea Shalom, desde la cual se ha traducido la palabra al castellano, paz.
Este ministro encontró que algunos de los significados individuales de las cuatro letras que componen la palabra Shalom en el Hebreo (Shin Lamed Vav Mem), podrían configurarse en la oración “[Paz es…] Cuando se destruye la autoridad que está conectada al caos”. A esta conclusión llegó luego de comparar dichos diversos significados de cada letra (las cuales pueden tener dos o más) y construir la frase coherentemente.
Después de muchos años de diálogos y discusiones, como ya lo comenté, sobre el papel protagónico de la justicia en la definición de paz en el Hebreo, encontrar este tipo de lecturas resulta esperanzador, y como mínimo, reflexivo.
Así, la paz no sería un estado de apaciguamiento, sino que esta debería denotar activismo, acción de rebeldía en contra de aquello que trae caos, es la negativa a la subordinación a autoridades que procuran el mal. Un significado superlativamente hermoso.
Entonces la pregunta reflexiva que propone el pastor Camilo desde su lectura es, ¿Cuál mal debe dejar de existir por el hecho que yo estoy vivo? Un interrogante que nos invita al pensamiento sobre el papel que podemos y debemos asumir frente al propósito de construir paz, siendo así pacificadores, tal y como invita el mismo Maestro de Galilea en su Sermón del Monte.
Y hablando de Jesús, desde este entendimiento no puedo dejar de maravillarme por su discurso, vida y obra. Resulta impresionante que aquel momento en el que conmemoramos el nacimiento del Niño en Belén, le hayamos nombrado Noche de Paz.
Y tiene todo el sentido, pues Jesús mismo es la encarnación de la rebeldía en contra de las obras opresoras del mal de su tiempo y las generaciones siguientes. Su discurso y vida estuvieron orientados a destruir la autoridad que está conectada al caos; es decir que él mismo es la paz. No en vano su nombre, Jesús es mi Príncipe de Paz.
Haber escuchado las ideas del pastor Camilo Bedoya y escribir estas líneas me llenan de una alegría indescriptible; pues nuestro Príncipe de Paz hoy, un año más en el que celebramos su nacimiento hace más de dos milenios nos pregunta, ¿Qué mal debe dejar de existir porque tú estás vivo?
¡Feliz Adviento!
Con aprecio,
Pr. David A Gaitán